Manifiesto de Trabajadores y Estudiantes Comunistas por el Cambio Social ante el Día Internacional de la Mujer Trabajadora

¡No puede haber justicia de ningún tipo mientras exista el sistema capitalista explotador!

¡Viva el Día Internacional de la Mujer Trabajadora!

¡La lucha de las mujeres trabajadoras es la lucha de toda la clase trabajadora!

El origen del Día Internacional de la Mujer Trabajadora tenía como eje político y organizativo la idea de que el marxismo como tendencia política revolucionaria dentro del movimiento obrero, y la lucha por las reivindicaciones y el feminismo eran incompatibles con las organizaciones feministas burguesas. Que solo la inclusión de los hombres y las mujeres con una perspectiva de clases logrará el cambio al que se aspira. Reconociendo las particularidades de la superexplotación de la mujer, nos unimos a esta lucha con una perspectiva revolucionaria y de clases. La lucha por el comunismo toca todas las luchas: de ambiente, por discrimen de todo tipo, de violencia, racismo, machismo, derechos de las comunidades LGBTQ+, vivienda, salud, educación, animales, etc. 

Mencionemos algunas de estas luchas desde nuestra perspectiva. Por ejemplo: las luchas por una educación ambiental no están desvinculada de nuestra realidad social, económica y política. Tampoco el racismo lo está, porque éste es producto de esa misma realidad social económica política como la justicia social y la educación. En cuanto a lo “decolonial”, ¿cómo puede ser posible “decolonizar” sin ocurrir un cambio radical en las relaciones con los medios de producción y el real cambio socio-económico-político?  Se crea la falsa expectativa de un cambio dejando intacto el sistema de explotación que crea la sociedad que se pretende cambiar, es decir: el sistema capitalista.

Por mejores intenciones que tengan con reformar el sistema educativo, como por ejemplo cambiando los currículos, siempre va a ser de acuerdo a los intereses económicos de la clase dominante y del imperio. Representa la superestructura ideológica de la clase dominante. No nos oponemos a que se mejore el currículo escolar, pero no tomar en cuenta el factor político, es utópico. Se puede pensar que es posible algunas reformas, pero nuestra primera demanda debería ser denunciar al sistema que crean estas condiciones de contaminación ambiental, racismo, educación elitista, discriminación por razones de sexo, LGBTQ+, machismo, etc.

Las reformas en educación primaria pública y en educación universitaria, reclamos legítimos en contra de la privatización del sistema universitario del país; la restitución del presupuesto de la UPR, permanencia de recintos abiertos y programas tan importantes como la Red Sísmica, las Estaciones Experimentales y Agrícola (entre tantos otros); y que la fuerza laboral, tanto del sistema público primario como de la UPR tenga salarios y condiciones de trabajo dignas, son reformas y concesiones que dejan intacto el sistema de explotación y que una vez logradas esas demandas se cae en un  periodo de inercia y desactivación de las luchas que aleja la posibilidad de un cambio real en la sociedad. Se trata el síntoma inmediato y no la enfermedad que lo origina: el sistema de explotación por el capitalismo. 

Igual que nuestra sociedad está dividida en clases sociales, la educación por igual, la pública y la privada. La pública sirve a la clase trabajadora y la privada a la élite económica del país.  Esto es consecuencia de querer perpetuar la élite en el poder y promover la cultura de prejuicios, discrimen, homofobia y racismo. Las dos representan la ideología de la clase dominante pero la privada es la que sirve para preparar al estudiantado en los futuros líderes políticos de esta sociedad elitista y seguir perpetuando las condiciones actuales.  Solo con un cambio cualitativo de nuestra sociedad podemos crear una educación donde no haya la necesidad de tener dos sistemas.

Estamos de acuerdo con una educación de perspectiva de género, donde no haya discrimen en nuestros estudiantes con respecto a sus preferencias sexuales, como por igual que no haya discrimen por raza, sexo o por ideales políticos, anticomunistas, anti independentistas, etc. Pero reconocemos que la naturaleza del sistema colonial capitalista no va a abolirse con solo cambiar la forma en que hablamos u otros cambios estructurales en el sistema académico, dejando intacto el sistema que se lucra y fragmenta la unidad de clase. Haría falta un cambio en las raíces, de la base del sistema económico hasta la superestructura para hacer realidad estos cambios. La única forma de lograr esto es a través de un cambio cualitativo de nuestra sociedad.

La salud no debe ser un reclamo de los derechos de las mujeres únicamente, sino también de todo ser humano. Al igual que en la educación, en Puerto Rico y todo país capitalista, hay dos sistemas de salud: uno para los ricos y el otro para la clase trabajadora y los pobres. Mientras exista un sistema de salud en manos de capitalistas privatizadores que representan las aseguradoras y la industria farmacéutica, no podrá desarrollarse un sistema de salud digno y humano. El reclamo debería ser hacia un sistema de salud universal gratuito. Pero, como el sistema de salud les genera capital, a menos que no eliminemos el sistema capitalista que nos rige, no será posible por más leyes que pasen. Siempre la salud va a ser guiada hacia las ganancias y el capital. Esto va más allá de una lucha parlamentaria legal.

Nos solidarizamos y reconocemos el problema de violencia machista y unido a esto el problema de la necesidad de tener una vivienda digna, segura y accesible para las mujeres y sus hijos. No basta con limitarnos al inmediatismo cuando sabemos que la raíz del problema una vez más es el sistema basado en la desigualdad y explotación, particularmente en la mujer. Sabemos que mientras luchamos por la erradicación del sistema opresor/capitalista, en el curso de la transformación cualitativa de esta sociedad, deberemos insertarnos en esta lucha de reformas con un claro entendimiento de que las reformas por sí solas no lograrán el cambio que aspiramos: el de una sociedad comunista.  

Reconocemos las luchas contra la injusticia en particular de las mujeres, como componente esencial de la clase trabajadora, en cuanto a discrepancia salarial, sexismo, racismo, homofobia, discrimen, acoso, etc. Apoyamos la lucha por reformas inmediatas en asuntos de reivindicaciones económicas y sociales, pero reafirmamos las luchas por la plena emancipación de la mujer que solo es posible codo a codo con el hombre. Es decir, no subordinamos la lucha revolucionaria a la lucha reformista.

Como comunistas, reusamos caer en el sentimentalismo del humanismo pequeño burgués. Podemos abogar por salvar las ballenas, elefantes, perritos y gatitos, si es que tenemos un mínimo de humanidad por supuesto que nos afecta el abuso contra cualquier ser indefenso. Pero el enfoque siempre debe ser un enfoque de clase. Luchar por los desplazados que han perdido sus hogares y duermen a la intemperie debajo de los puentes, el menosprecio hacia las personas indigentes adictos a las drogas y al alcohol a quienes parece no importarle a nadie, y que son producto y víctimas de este sistema, no debe ser menos importante o equipararse a la lucha por los derechos de los animales.

El Día Internacional de la Mujer Trabajadora es un día de lucha de clases, es un día de reclamos y de unidad entre la clase trabajadora. Pretender igualar o defender a la mujer de negocio en esta lucha es contrario a los intereses de la clase trabajadora. Por ser mujeres propietarias no las hacen menos victimarias que el patrono masculino. Tanto el hombre como la mujer propietaria de negocio, son tan explotadores el uno como el otro. En última instancia sus intereses son extraer capital. No se trata de igualdad de derechos para la mujer de negocios para explotar, sino de abolir el sistema de explotación. Pretender defender los intereses de las dueñas de negocio es alimentar el sistema que han creado los problemas por los cuales protestamos hoy. Es la negación de lo que simboliza el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Las empleadas de esas mujeres de negocios son tan explotadas como las y los que trabajan para cualquier otra empresa sean los propietarios hombres o mujeres.

Exigir cambios en las políticas de justicia energética y ecológica, se quedan en meras exigencias. Pretender que se implementen estos cambios es absurdo porque se le exige al sistema que lo generó y depende del proceso parlamentario burgués electoral. Es una ilusión pensar que esto va a pasar.

No puede haber justicia social sin comunismo, ni comunismo sin justicia social. Toda otra lucha sin comunismo es una lucha meramente reformista. Abogamos por la eliminación del sistema capitalista explotador.

¡La lucha obrera no tiene fronteras!  ¡La clase obrera no tiene fronteras! ¡Que viva el Día Internacional de la Mujer Trabajadora! ¡Que viva el comunismo!

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