
Un día como hoy, 18 de diciembre de 1878, nació Joseph Stalin, conocido como el hombre de acero. La propaganda burguesa anticomunista así como la academia, la inteligencia de los países imperialistas y los revisionistas, han creado el paradigma de que Stalin fue un dictador implacable y cruel. Hoy podemos saber con certeza la verdad, gracias a los archivos secretos de la URSS que han sido develados por historiadores rusos y otros importantes como el estadounidense Grover Furr, que a través de sus investigaciones han podido desmentir las viles calumnias sobre Stalin de esta propaganda burguesa anticomunista. Libros recomendados: Krushov mintió; Stalin, esperando la verdad; The Murder of Sergei Kirov; The Mystery of The Katyn Massacre: The evidence, The solution, autor Grover Furr; Trotskismo: la contrarrevolución disfrazada, M. J. Olgin; La revolución permanente derrotada, Jorge Echazú Alvarado; Trotskismo o Leninismo, Harpal Brar; Otra mirada de Stalin, Ludo Martens; La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y Albert E. Khan.
Reproducimos este escrito de la autoría de E. Ódena, tomado del blog de Universidad Obrera, sobre el camarada y gran líder comunista Joseph Stalin, en conmemoración de su natalicio.
El papel de Stalin en la construcción del socialismo – E. Ódena
Pese a la posterior traición tras la muerte de Stalin de los nuevos dirigentes de la Unión Soviética y del Partido Comunista de la URSS, la Gran Revolución de Octubre de 1917 abrió en la historia de la humanidad una nueva era, la era de las revoluciones socialistas dirigidas por el proletariado y por su Partido, la era de la edificación del socialismo como primer paso hacia la sociedad comunista.
Y en esta era, tras la muerte del gran genio de la revolución que fue Lenin, el camarada Stalin ha desempeñado un papel no sólo de primerísimo plano, sino incluso decisivo. Nada ni nadie, por más que lo intenten con viles calumnias la reacción y los contrarrevolucionarios, podrán ocultar esta verdad objetiva.
Al morir Lenin en enero de 1924, las condiciones objetivas de la construcción del socialismo en la URSS eran no sólo sumamente complejas y difíciles en el plano interior, sino también en el exterior. De un lado, el país era atrasado y estaba empobrecido y destruido por la guerra imperialista y después por la guerra civil, y la primera agresión militar de más de 14 países capitalistas que conjugaron sus fuerzas contra el nuevo Estado socialista.
Pero Stalin, a la cabeza del Partido, supo trazar una justa y audaz línea para edificar la sociedad socialista y ello, pese al cerco capitalista y a la encarnizada lucha de clases que continuaba en el plano interior. Así el pueblo soviético, bajo la dirección de Stalin y del Partido, emprendió no sólo la industrialización del país, sentando las bases económicas del socialismo, sino también la ingente tarea de transformar la atrasada y abandonada agricultura, el campo, en una agricultura desarrollada y avanzada.
Mediante los planes de colectivización traza dos bajo la dirección personal de Stalin, la agricultura en la URSS pasó a ser la más avanzada del mundo, constituyéndose más de 242.000 koljoses (cooperativas socialistas) y más de 4.000 sovjoses (granjas estatales).
Durante los años 1927-1928 se llevó a cabo un gran esfuerzo por reforzar la entrega de tractores y maquinaria agrícola a los cooperativistas y a las granjas estatales. Apoyándose esencialmente en el campesinado pobre, se pasó a la colectivización del conjunto de la agricultura, derrotando así en la práctica sobre bases sólidas a los kulaks (campesinos medios y ricos que se oponían al régimen socialista).
De igual modo, Stalin convirtió en realidad los planes de electrificación de todo el país, que había previsto antes de morir el camarada Lenin, lo que permitió acelerar la industrialización de todo el país en condiciones óptimas.
¿Es posible lograr una transformación radical del orden burgués sin una revolución violenta, sin la dictadura del proletariado? Evidentemente que no. Quien crea que semejante revolución puede llevarse a cabo pacíficamente sin salirse del marco de la democracia burguesa, adaptada a la dominación de la burguesía, ha perdido la cabeza y toda noción del sentido común, o reniega cínica o abiertamente de la revolución proletaria.
Joseph Stalin
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