Alejandrina Kollontai: Una comunista por la emancipación de la mujer y la clase trabajadora

31 de marzo de 1872 – 9 de marzo de 1952

La lucha por la emancipación de la mujer trabajadora desde una perspectiva marxista-leninista, tiene una representación más que destacada en la figura de Alexandra Mijáilovna Domonotovich, mejor conocida como Alejandrina o Alejandra Kollontai, apellido que tomó de su marido. Es una de las figuras más importantes del marxismo, y su influencia política e intelectual está presente en muchos movimientos de mujeres y revolucionarios.

Alejandrina nació el 31 de marzo de 1872 en San Petersburgo. Hija de una familia terrateniente, pasó sus primeros años entre Rusia y Finlandia. Kollontai vivió unas experiencias en su ciudad natal que la acercaron siendo muy joven a la lucha de clases a pesar de su origen de clase social burguesa. San Petersburgo era el núcleo industrial más importante del país, pero además escenario de las primeras manifestaciones del movimiento obrero ruso.

Su familia era aristocrática, de origen ucraniano surgida en el siglo XIII. Su padre fue Mikhail Domontóvich, un general al servicio del zar, y su madre fue Alexandra Androvna Masalina-Mravinskaia, procedente de una familia de campesinos fineses de extensa fortuna gracias a la industria maderera.

Gracias a los recursos económicos que disponía su familia, la joven Alexandra tuvo acceso a maestros privados que la educaban durante todo el año. Al llegar el verano, se pasaba los días leyendo en la finca que poseía la familia en Karelia, región perteneciente a Finlandia bajo el dominio ruso. Así, ya desde bien pequeña, Alexandra Kollontai se empapó de la vida de los arrendatarios de tierras y los trabajadores agrícolas.

Alexandra siempre estuvo muy unida a su padre quien le inculcó el interés por la historia y la política desde una perspectiva liberal. En cambio, no tenía tan buena relación con su madre, y en más de una ocasión tuvieron conflictos, especialmente cuando la joven mostró interés por continuar sus estudios. La madre de Alexandra consideraba poco apropiado para una mujer dedicar su vida a estudiar o a hacer vida intelectual.

A los 19 años Alexandra conoce a quien iba a ser su marido, su primo Vladimir Ludvigovich Kollontai. Pese a que los jóvenes se enamoraron la madre se oponía al matrimonio, pues Vladimir era un joven estudiante de ingeniería de origen modesto. Igualmente, consiguieron casarse y, tras dar a luz a su primer hijo Mikhail, Alexandra Kollontai empezó a sentir una gran desilusión por la vida de casada, pues la veía como una trampa que no la dejaba desarrollar su actividad intelectual, en especial poder escribir.

Una de las experiencias que marcó su lucha por la reivindicación de la mujer trabajadora y jugó un papel importante en la evolución de su conciencia política fue una visita que realizó a una fábrica textil en 1895, donde comprobó cómo las mujeres realizaban jornadas de entre 12 y 18 horas diarias, viviendo como presas, puesto que incluso dormían en su lugar de trabajo. Sus condiciones eran tan inhumanas e insalubres, que muchas no superaban los 30 años de vida.

Una mujer libre y comunista

Aunque seguía queriendo a su marido y a su hijo, en 1896 Alexandra decidió afiliarse al partido socialista y se fue a estudiar a Zúrich, Suiza, dejando a su familia atrás. La ciudad suiza era una verdadera oportunidad para Kollontai, puesto que se había convertido en el centro neurálgico de las estudiantes interesadas en el socialismo y, estando allí, decidió estudiar economía política.

En esta época se familiariza con las ideas de Karl Marx y Vladimir Ilyich Lenin, además de conocer el pensamiento de Karl Kautsky y Rosa Luxemburgo. En esta época redactó su primer artículo, en el que examinaba la influencia del medio ambiente en el desarrollo de los niños y, su primer libro investigaba sobre las condiciones de vida y de trabajo del proletariado finés con relación a la industria. El libro fue publicado en 1903 en San Petersburgo, donde llamó la atención entre los sectores más revolucionarios.

En el año 1899 se afilia al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, algo que iniciaría su ajetreada vida como mujer revolucionaria y figura clave de la sociedad rusa de su tiempo. Esto la llevaría a participar en los eventos revolucionarios de 1905 tras haber visto la matanza de obreros delante del Palacio de Invierno.

Durante la Primera Guerra Mundial, Kollontai se manifestó abiertamente en contra de la misma. El motivo de ello fue que vio que el conflicto no era más que otra acción a gran escala marcada por motivaciones imperialistas que estaban al servicio de la clase dominante. En este sentido, participó en la Conferencia de Zimmerwald de 1915 y, tras varios eventos ocurridos en la Rusia Imperial, participaría en la Revolución Bolchevique de 1917.

Codo a codo junto a Lenin

Alexandra Kollontai se unió al movimiento bolchevique en 1914, conocido por ser la facción más radical del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, siendo establecido por el mismo Lenin. Desde 1915 Kollontai ejerció como asistente de Lenin, siendo un gran honor para una mujer que deseaba que se alcanzara la igualdad entre géneros. Pocos meses antes de llegar a octubre de 1917, Kollontai se convertía en la primera mujer elegida como miembro del Comité Central del Partido.

Tras la Revolución de Octubre y habiendo obtenido el poder los bolcheviques, Alexandra Kollontai fue nombrada comisaria del pueblo de Bienestar Social. Fue también elegida miembro del Comité Ejecutivo del sóviet de Petrogrado, el nuevo nombre de San Petersburgo. Kollontai apoyó activamente a Lenin en su visión de los soviets como organismos para el ejercicio del poder y claves para dejar atrás a la sociedad burguesa.

Tras todo esto, Alexandra Kollontai se sumergió en la dirección de la Organización de Mujeres Soviéticas en 1920, conocida como la Zhenotdel. Este hito fundamental en su trayectoria como referente revolucionaria fue debido gracias a su compromiso con la revolución comunista, convirtiéndola en una mujer con una alta capacidad para iniciar cambios sociales.

Alexandra Kollontai definió su política revolucionaria comunista alejándola de la estructura familiar. De acuerdo con las ideas marxistas que seguía, la familia burguesa era el centro de las estructuras sociales opresivas e inmorales propias del capitalismo, con lo cual era necesario cambiar esta institución o directamente derribarla para abolir la explotación. Ella y muchos comunistas pensaban que se debía derrocar la idea de la familia patriarcal, haciendo que el cuidado de los hijos y el hogar fuera tarea de toda la sociedad.

Es por esto que Kollontai planeó una red de instituciones que actuarían a modo de casas-cuna, guarderías, restaurantes y lavanderías públicos, servicios que liberarían a las mujeres del cuidado de los niños y del hogar que tradicionalmente se les había asignado. En este ideal casi utópico se pretendía hacer que fuera la sociedad la que actuara como una gran familia en la que todos sus ciudadanos eran protegidos.

Dentro de la Zhenodtel, Alexandra Kollontai promovió varias leyes de carácter revolucionario. Hizo del matrimonio una institución civil e igualitaria entre cónyuges, facilitó el acceso al divorcio para ambas partes y consiguió que se diera protección estatal a las madres e hijos, además de hacer gratuita la asistencia maternal en los hospitales.

Kollontai y el Partido Bolchevique estaban cambiando su sociedad, en la que la mujer había estado subordinada al hombre, desde las propias instituciones, haciéndola legalmente vinculante. La Revolución había conseguido poner las bases para la igualdad real entre hombres y mujeres, pero eran militantes como Alexandra Kollontai quienes lo estaban haciendo real por la vía legal. Aprovechando su influencia trató de concienciar sobre la liberación sexual femenina en dos obras, no sin polémica: La nueva mujer y El amor en la sociedad comunista.

La primera embajadora mujer

Es en 1922 en que Alexandra Kollontai termina su trabajo en la Zhenotdel y es elegida para cumplir con las funciones diplomáticas.

Debemos destacar que convertirse en embajadora no fue una deshonra, como los oportunistas tratan de insinuar para generar fricciones en el movimiento comunista internacional. Más bien al contrario: se había convertido en la primera mujer embajadora del mundo. Representó a la Unión Soviética en Suecia, Noruega y México y, también, formó parte de la delegación soviética en la Sociedad de Naciones, una institución similar a la moderna ONU.

Últimos años

Aprovechando su tarea diplomática, Alexandra Kollontai viajó más de 20 años por Europa y Estados Unidos, defendiendo y extendiendo sus tesis comunistas revolucionarias. En 1945, tras haber finalizado la Segunda Guerra Mundial, volvió a la Unión Soviética. Un año después fue nominada para el Premio Nobel de la Paz. Pasó sus últimos años en Moscú, escribiendo sus memorias y sirviendo como asesora del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso. Alexandra Mikhailovna Kollontai murió el 9 de marzo de 1952 en Moscú, a los 79.

Legado de Kollontai

Hoy más que nunca el pensamiento de Alexandra Kollontai sigue vigente. Revolucionarias como ella, Clara Zetkin y Nadeshka Krupskaya dejaron muy claro que solo la lucha por el comunismo acabaría con el régimen de explotación en el que las mujeres se encuentran, producto precisamente de la sociedad en clases. Que como mujeres comunistas no permitirían que se fragmentaran las luchas y se viera la gesta por la emancipación de la mujer como algo aparte. La mujer comunista no se conforma con migajas ni prostituye sus ideas a beneficio de la clase explotadora y sus instituciones burguesas, tales como las ONGs, que lo que hacen es perpetuar las condiciones de explotación a nombre de una serie de concesiones económicas y publicitarias. En fin lo que buscan es democratizar la explotación, pacificando y neutralizando la lucha de clases. Aquí no hay tregua; para abolir el patriarcado, hay que abolir el capitalismo y todas sus manifestaciones. Esto se hará posible en la medida que se desarrolle un Partido Comunista Revolucionario, que sea capaz de aglutinar todas las luchas de la clase trabajadora y sectores explotados.

¡Que viva la mujer trabajadora! ¡Por un mundo libre de explotación, libre de sexismo, machismo, racismo, homofobia! ¡Hombro con hombro, mujeres y hombres por un mundo comunista! ¡Viva el Comunismo! ¡Todo el poder para la clase trabajadora! ¡La clase obrera no tiene fronteras!

Sus posturas sobre la prostitución

(extractos de un discurso de Alejandrina Kollontai sobre la prostitución y cómo combatirla, pronunciado en la Tercera Conferencia de Dirigentes de los Departamentos Regionales de la Mujer de Toda Rusia, 1921.)

“…La prostitución es, sobre todo un fenómeno social. Está estrechamente conectado a la necesitada posición de la mujer y su dependencia económica con respecto al hombre en el matrimonio y la familia. Las raíces de la prostitución están en la economía. La mujer por un lado, está en una posición económicamente vulnerable, y, por otro lado, condicionada por siglos de educación para esperar favores materiales de un hombre a cambio de favores sexuales –ya se den estos dentro o fuera de las ataduras del matrimonio. Esta es la raíz del problema. Aquí está el origen de la prostitución.”

“…La prostitución es un acto brutal de cálculo material que no deja lugar para el amor y la pasión. Donde empieza la pasión y la atracción, termina la prostitución. Bajo el comunismo, la prostitución y la familia contemporánea desaparecerán. Se desarrollarán las relaciones sexuales saludables, alegres y libres. Una nueva generación surgirá, independiente y valiente y con un fuerte sentido del colectivo,: una generación que sitúa el bien del colectivo por encima de todo.”

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Fuentes consultadas:

https://psicologiaymente.com/biografias/alexandra-kollontai

La prostitución y cómo combatirla”en la pagina Movimiento Femenino de Resistencia.