
¨Estudiante, ¡Tu grito rampante no calle! Gane la calle. Remonte el monte, el valle ¡Que construya su homérica poesía al coro obrero de la factoría! ¡Que suba por la historia un grito de combate y de victoria! ¡Los yanquis piden fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!¨ -Juan Antonio Corretjer Montes
Se comienza con este fragmento del poema “El Grito”, pues no se puede hablar de un 11 de marzo del 1971 sin mencionar al comandante de las fuerzas armadas clandestinas en Puerto Rico, secretario general de la Liga Socialista Puertorriqueña y máximo ideólogo del movimiento revolucionario comunista en la Isla, Juan Antonio Corretjer Montes. Este poema nos relata una de las victorias más contundentes en la historia del movimiento estudiantil puertorriqueño. Fue un 11 de marzo de 1971 en el que los estudiantes de la UPR de Río Piedras en un combate sin cuartel contra la policía, ajusticiaron a dos agentes de la Fuerza de Choque y un cadete del Reserve Officer Training Corps (ROTC). ¿Qué fue lo que ocasionó este enfrentamiento? ¿Qué estaba ocurriendo en el país? ¿Cuáles fueron los efectos de este suceso? ¿Cuál fue la reacción de la izquierda en Puerto Rico? ¿Cuál es su relevancia en la lucha actual? Estos serán algunos de los temas que estaremos abordando.
Primero que todo para comprender los sucesos del 11 de marzo tenemos que remontarnos a la época. Estos eran los tiempos de la Guerra Fría y las luchas de liberación nacional en América Latina, África y Asia, particularmente la guerra de Vietnam y la lucha contra el Servicio Militar Obligatorio (SMO). El heroico pueblo de Vietnam luchaba contra las bombas del ejército norteamericano. Fueron esos explosivos los que ocasionaron la muerte de Rafael “Fefel” Varona, dirigente de la FUPI y miembro fundador de la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE). Este fue objeto de un salvaje ataque aéreo el 18 de abril de 1967 mientras se dirigía junto a un delegación de la OCLAE a visitar una escuela preuniversitaria en la provincia de Tahn Hoa. El 24 de marzo de 1968 falleció Varona en Moscú a los 21 años de edad. Fefel se convirtió en el primer mártir de la “Nueva Lucha” y del movimiento estudiantil a nivel internacional. Poco antes de morir le llegó en Puerto Rico una irónica carta donde se le exigía presentarse para ser enrolado en las filas de las fuerzas armadas de Estados Unidos, las mismas fuerzas imperialistas que segaron su vida joven. Eran los tiempos del gobierno de Luis A. Ferré y su recién fundado Partido Nuevo Progresista, que era producto de una división que se dio en el Partido Estadista Republicano en 1967. La Universidad de Puerto Rico era dirigida por Jaime Benitez, en aquel entonces Presidente del sistema universitario público, promotor del concepto de Casa de Estudio elaborado por el racista Antonio S. Pedreira y quien era un acérrimo enemigo del movimiento estudiantil.
Eran tiempos turbulentos en donde la derecha se había envalentonado y se crearon diversos grupos terroristas. Entre estos el famoso “Escuadrón de la Muerte” de Alejo Maldonado y Alpha 66 del cubano anticomunista Jorge Mas Canosa. Por otro lado, fue en la década de los 60 en donde comienzan a surgir grupos clandestinos armados de izquierda como el Movimiento Armado Puertorriqueño Auténtico (MAPA), el Movimiento Independentista Revolucionario Armado (MIRA), los Comandos Armados de Liberación (CAL), entre otros.
La Universidad de Puerto Rico no estaba ajena a la realidad mundial y en su interior se libraba una lucha entre la izquierda y sectores de derecha. Por un lado, representando el sector de izquierda, se encontraba la Federación Universitaria Pro Independencia (FUPI), estrechamente ligada al Movimiento Pro Independencia (MPI), la Juventud Independentista Universitaria (JIU) del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), los cuadros estudiantiles de la Liga Socialista Puertorriqueña y la Federación Nacional de Estudiantes Puertorriqueños (FNEP). Por otro lado, en este período van a estar muy activos los grupos anexionistas, pro norteamericanos y anticomunista, A.U.P.E. (Asociación Universitaria Pro-Estadidad), dirigidas entre otros, por los ex-representantes a la Cámara , Edison Misla Aldarondo, Granados Navedo y Freddy Valentín, quienes fueron convictos por actos de corrupción en la década del 2000. Del lado de esta corriente se debe añadir a los miembros del ROTC, los guardias universitarios y por supuesto, la policía de Puerto Rico, fieles sirvientes de los intereses de la clase dominante.
Uno de los enfrentamientos entre ambos grupos se produjo el 4 de marzo de 1970 en donde Jaime Benitez solicita la entrada de la fuerza policiaca y estos persiguen a los estudiantes por todo Rio Piedras. Es en esa persecución, en donde ejecutan de un balazo en el balcón de su apartamento a la estudiante de 20 años Antonia Martínez Lagares. El gobierno nunca le interesó averiguar quienes fueron los responsables de este asesinato. Sin embargo, otras investigaciones apuntan a que entre los responsables estuvieron los exalcaldes José “Chemo” Soto y Edwin “El Amolao” Rivera. Los dos eran policías en ese momento e inclusive el segundo terminó herido de bala por él mismo en el pie. Fueron las armas de estos dos las que se investigan, sin embargo nunca llegaron a una conclusión y reinó la impunidad. Los estudiantes no se quedarían de brazos cruzados. Los niveles de lucha se habían elevado. Ante mayor represión, mayor combatividad presentaba la izquierda. La guerra ya estaba declarada. Era cuestión de tiempo para que algo ocurriera.
En el aniversario del asesinato de Antonia se llevó a cabo una marcha por el campus de la universidad en donde muchos pensaban que algo ocurriría, pero no pasó nada. Tendría que pasar una semana más para que los estudiantes al fin tuviesen su desquite. El 11 de marzo de 1971, seríamos testigos del enfrentamiento y la victoria más contundente en la historia del movimiento estudiantil puertorriqueño. Analizemos pues los hechos.
Según múltiples declaraciones, el motín comienza en el Centro Estudiantil con una discusión entre estudiantes y cadetes del ROTC. A las nueve de la mañana un grupo de cadetes del ROTC, algunos portando banderas de Estados Unidos, entraron a la cafetería del Centro de Estudiantes en actitud desafiante, provocando una pelea. Los cadetes, viéndose apabullados, corrieron a refugiarse en su sede, una especie de fortín al lado del Centro. Es ahí donde la guardia universitaria, que había sido militarizada,llega para acabar con el motín. Estos se interponen entre la fortaleza asediada y los estudiantes.
Al dispersarse los estudiantes, varios cadetes atacaron al Centro con piedras, perdigones y tiros desde el techo de su fortaleza. Los universitarios respondieron erigiendo barricadas con mesas y sillas de la cafetería para defenderse y contestar el ataque. Los cadetes entonces salieron de su edificio en ataque contra el Centro, con la Guardia Universitaria interviniendo a su favor. Miles de estudiantes de todo el recinto acudieron a la batalla.
A pesar de su uso de armas de fuego y gases lacrimógenos, la Guardia fue casi completamente rodeada por los estudiantes, y alrededor de las once de la mañana ésta huyó despavorida hacia la salida a la Avenida Barbosa. Algunos guardias fueron alcanzados por los estudiantes y golpeados. Los cadetes se batieron de nuevo en retirada a su fortaleza, la cual fue sitiada una vez más. En la balacera que siguió, varios estudiantes y cadetes fueron heridos y murió el cadete Jacinto Gutiérrez. Fue a esa hora que comenzaron a aparecer en el campus hombres vestidos de civil disparando a los estudiantes.
A las 12:30, al no poder contener a los estudiantes, es que se solicita la entrada de la Fuerza de Choque al campus universitario. Estos entraron con un destacamento por la avenida Barbosa, dirigido por el Teniente Margaro Cruz y el otro por la entrada del Museo en la avenida Ponce De León dirigido por el Comandante de la Fuerza de Choque, Juan Birino Mercado. Obviamente la intención no era repeler el motín, sino arrinconar a los estudiantes. Los uniformados entraron confiados de que sería una repetición del cuatro de marzo del año anterior, pero habrían de llevarse una terrible sorpresa.
Las tropas que entraron por el Museo se detuvieron en el islote frente al Centro de Estudiantes. Cuando el comandante Mercado se dirigió a su contingente para dar instrucciones para la toma forzosa del Centro sonaron varios disparos, uno de los cuales lo mató. En la balacera que siguió, otros cuatro miembros de la fuerza fueron heridos.
Mientras tanto, las tropas que entraron por la Barbosa fueron recibidas con pedradas, cocteles molotov y tiros. El teniente Cruz fue herido de bala y uno de sus subalternos, el policía Miguel Rosario Rondón, fue herido de muerte. Los dos destacamentos de la fuerza de choque se quedaron paralizados y a la defensiva hasta que aparecieron refuerzos con rifles semiautomáticos AR-15.
Fue entonces que las fuerzas represivas lograron tomar el recinto y desalojar a todos los ocupantes. A los que no corrieron lo suficientemente rápido se les dieron brutales golpizas y fueron llevados al cuartel general de la policía, donde continuaron siendo golpeados. El licenciado Roberto José Maldonado se presentó al cuartel para representar a los jóvenes detenidos, pero la policía se rehusó a permitirle verlos. Al insistir, éste fue golpeado por dos horas, lo cual le causó una contusión cerebral.
A las 2:30 de la tarde la batalla se extendió hacia el casco de Río Piedras, donde policías y agentes encubiertos atacaron a cuanto estudiante se encontraron. Cabe destacar que entre los estudiantes heridos se encontraba el exprisionero político y de guerra Elizam Escobar. Al caer la noche los universitarios pusieron barricadas en la Avenida Universidad y la calle Amalia Marín esquina Humacao y se defendieron con molotovs y piedras. Los estudiantes y policías heridos, al igual que los cuerpos de Mercado y Rondón, fueron llevados al Centro Médico. Ahí los policías macanearon salvajemente a los estudiantes, incluyendo los que estaban heridos, a los doctores y a las enfermeras. Una escena similar se dió esa noche en el Hospital del Maestro.
¿Cuál fue la reacción?
La reacción de las fuerzas represivas no se hizo esperar. Un sinnúmero de estudiantes fueron suspendidos sumariamente de la institución. Las cartas de suspensión firmadas por el rector Pedro José Rivera no tardaron en llegar. Era preciso arrasar con el movimiento estudiantil y sus organizaciones. Castigarlo severamente. Se fue generando un clima de venganza por parte de sectores derechistas, incluyendo de manera prominente al exilio cubano. Fueron incendiadas propiedades de independentistas, se organizaron marchas, se reclamó el escarmiento, editoriales y artículos de la prensa clamaban castigo contra el estudiantado; la histeria se había apoderado del gobierno anexionista de Luis A. Ferré y de los sectores más retrógradas del País. Era el momento del carpeteo, los secuestros y la fabricación de casos. El estudiante Miguel Hudo Ricci fue acusado del asesinato de Rosario Rondón y de intento de asesinato de Margaro Cruz. Mientras que el estudiante Humberto Pagán fue acusado de la muerte de Juan Birino Mercado. Este huyó a Canadá, ayudado por Juan Antonio Corretjer y la LSP. Allí fue detenido, en donde se comenzó una intensa campaña para evitar su extradición. Más adelante saldrían inocente de las acusaciones
La administración cerró la universidad por un mes y mantuvo un estado de sitio por toda la zona universitaria riopedrense. El recinto fue abierto el 12 de abril con una presencia nutrida de agentes encubiertos armados, cámaras de seguridad y otras medidas represivas. Se prohibió por los próximos treinta días todo tipo de actividad política.
El mismo día en que se reabrió el recinto se llevó a cabo en la avenida Ponce de León un enorme piquete de protesta, en abierto desafío al ambiente represivo. En el resto del mes los estudiantes hicieron otras cuatro demostraciones similares y se solidarizaron con una huelga de los trabajadores de mantenimiento.
Pocas semanas después se celebró la graduación dentro del recinto—en la antigua pista donde hoy ubica la Facultad de Educación— sitiado por la Policía que controlaba cada pulgada. Asistió apenas el diez por ciento de los graduandos.
Sin embargo, la administración universitaria—y el Gobierno—tomaron una decisión que constituía una gran admisión de su derrota. El fuerte del ROTC dentro del recinto fue cerrado y a lo militares se les reubicó en unas facilidades situadas fuera y distantes, por la avenida José Celso Barbosa, en donde siguen ubicadas hasta el día de hoy.
Es importante también destacar cuál fue el posicionamiento de la izquierda en el país ante estos sucesos. Fueron pocas las organizaciones que declararon esto como una victoria de los estudiantes y no como un evento desgraciado o que no se atrevían hacer declaraciones. Este es el caso de la Liga Socialista Puertorriqueña que ya para el 15 de marzo había publicado un comunicado felicitando al estudiantado de la UPR. El texto dice así:
En respaldo al estudiantado
La Liga Socialista Puertorriqueña respalda y felicita al estudiantado universitario del recinto de Río Piedras, que el jueves once de marzo luchara contra la Fuerza de Choque, la Guardia Universitaria y los cadetes del ROTC, manteniéndolos a raya durante muchas horas, y dando al país una imagen de una lucha de masas en la que se contiene, de forma embrionaria, pero significativamente, la guerra popular.
Jamás se olvide, como al calor de la lucha revolucionaria de las masas en acción, la retórica sectaria se disuelve y se perfile el frente popular de centro-izquierda en el que la unidad obrero-estudiantil alcanzará su función máxima, bajo la rectoría ideológica del marxismo-leninismo y la hegemonía de la clase obrera.
Sobre los M-16 y los chalecos blindados de la fuerza de choque, sobre las pistolas y las macanas de la guardia universitaria, sobre la cultivada vanidad militarista de los cadetes encastillados en su cuartel, las masas, las masas estudiantiles han escrito, como un presagio esta palabra:
–VICTORIA–
15 de marzo de 1971 Por el Comité Central de la Liga Socialista Puertorriqueña Juan Antonio Corretjer Montes Secretario General
Mientras la LSP felicitaba a los estudiantes, otros, como la revista de discusión política La Escalera, planteaban que la actuación de los estudiantes estuvo moralmente justificada y políticamente injustificada. Según estos, el pueblo no entendió y por lo tanto rechazó de plano el uso de la violencia. No podemos olvidar que estos eran los años del giro revisionista del movimiento comunista internacional, liderados por la URSS y Kruschev, de la coexistencia pacífica y la supuesta llegada al socialismo por la vía pacífica. O sea, era una renuncia a la lucha armada. Y esto se evidenciaba en las posturas asumidas por dichos grupos.
Esta posición es una que se repite constantemente en nuestra historia, promovida por grupos reformistas y revisionistas que niegan el carácter de la lucha de clases. Como sucedió en el Primero de Mayo de 2017, que esos supuestos “independentistas” tildaron de infiltrados a la masa de encapuchados con la intención de desacreditar a estos simplemente por la utilización de la violencia. Le hacen coro, consciente o inconscientemente, a la propaganda burguesa, para así aplacar los movimientos revolucionarios. Son los mismos que les preocupa cómo esto les pueda afectar en las próximas elecciones. El medio se termina convirtiendo en el fin y se mantienen en ese círculo vicioso. Son los mismos que le temen a la palabra COMUNISMO, LUCHA DE CLASES, REVOLUCIÓN. Para romper con esto es necesario librar la lucha ideológica en todos los frentes de lucha. Es imperativo rescatar nuestras fechas históricas. Fechas que demuestran la valentía y arrojo de los trabajadores y estudiantes. Eventos que evidencian que las masas no le temen a la revolución. No son quienes le han fallado a la gesta emancipadora. Han sido sus líderes con su retórica reformista-pacifista quienes le han fallado.
Hoy más que nunca siguen vigente los sucesos del 11 de marzo de 1971. Los planes de destrucción de la UPR de parte de la Junta de Control Fiscal y el gobierno colonial, el robo descarado al sistema de retiro de lxs trabajadorxs y el cierre de escuelas son algunos de los ataques que evidencian la necesidad de organización, de elevar los niveles de lucha. Eso será posible en la medida en que surja y se desarrolle una vanguardia obrero-estudiantil guiada por los preceptos del marxismo-leninismo. Es necesario un Partido Comunista Revolucionario que pueda darle dirección y cohesión a las luchas con el fin de acabar con todo tipo de opresión. Ese es nuestro objetivo y no descansaremos hasta lograrlo. Culminamos estas letras con un fragmento de la proclama circulada en Jayuya por la LSP en el 21 aniversario de la Insurrección de 1950:“Con nuestra ofrenda de una estrella roja en la tumba de Griselio Torresola reafirmamos nuestra adhesión sin reservas a la lucha armada como único medio para ganar la independencia nacional de Puerto Rico, nacional por su forma y socialista por su contenido. ¡Levantamos, junto a la bandera combatiente del 30 de octubre, la bandera victoriosa del Once de Marzo!” ¡Viva el Comunismo! ¡Viva la unidad obrero-estudiantil! ¡Todo el poder a la clase obrera! ¡La clase obrera no tiene fronteras!
Referencias
https://www.alainet.org/es/articulo/211261
http://www.vozdelcentro.org/2009/04/19/los-eventos-del-11-de-marzo-de-1971-en-la-upr/
https://drive.google.com/drive/folders/13MvPeCU7tWO9Q2RYEe88fqcrkZVuNWbT
https://minhpuertorico.org/index.php/noticias/55-noticias/4738-carmelo-ruiz-marrero
https://drive.google.com/file/d/1V04wXB0PxPzMBak0IsVM6OjoydobeUqR/view
http://www.areitodigital.net/INVIERNO.2007/RAUL.terrorismoderechaP.R.INV.07.htm
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